lunes, 28 de marzo de 2011

El fenómeno Rulfo




"La idea de ir a Talpa salió de mi hermano Tanilo. A él se le ocurrió primero que a nadie. Desde hacía años que estaba pidiendo que lo llevaran. Desde hacía años. Desde aquel día en que amaneció con unas ampollas moradas repartidas en los brazos y las piernas. Cuando después las ampollas se le convirtieron en llagas por donde no salía nada de sangre y sí una cosa amarilla como goma de copal que destilaba agua espesa. Desde entonces me acuerdo muy bien que nos dijo cuánto miedo sentía de no tener ya remedio. Para eso quería ir a ver a la Virgen de Talpa; para que Ella con su mirada le curara sus llagas. Aunque sabía que Talpa estaba lejos y que tendríamos que caminar mucho debajo del sol de los días y del frío de las noches de marzo, así y todo quería ir. La Virgencita le daría el remedio para aliviarse de aquellas cosas que nunca se secaban. Ella sabía hacer eso: lavar las cosas, ponerlo todo nuevo de nueva cuenta como un campo recién llovido. Ya allí, frente a Ella, se acabarían sus males; nada le dolería ni le volvería a doler más. Eso pensaba él.
Y de eso nos agarramos Natalia y yo para llevarlo. Yo tenía que acompañar a Tanilo porque era mi hermano. Natalia tendría que ir también, de todos modos, porque era su mujer. Tenía que ayudarlo llevándolo del brazo, sopesándolo a la ida y tal vez a la vuelta sobre sus hombros, mientras él arrastrara su esperanza.
Yo ya sabía desde antes lo que había dentro de Natalia. Conocía algo de ella. Sabía, por ejemplo, que sus piernas redondas, duras y calientes como piedras al sol del mediodía, estaban solas desde hacía tiempo. Ya conocía yo eso. Habíamos estado juntos muchas veces; pero siempre la sombra de Tanilo nos separaba: sentíamos que sus manos ampolladas se metían entre nosotros y se llevaban a Natalia para que lo siguiera cuidando. Y así sería siempre mientras él estuviera vivo."

Fragmento del cuento Talpa, incluido en El llano en llamas, de Juan Rulfo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Amistad



"Algo tendrá que sucedernos, salomón, dijo, este viaje ha sido sólo un intervalo, y ya ahora agradece que el cornaca subhro te haya restituido tu verdadero nombre, buena o mala, tendrás la vida para la que naciste y de la que no podrás huir, pero yo no nací para ser cornaca, en realidad ningún hombre nace para ser cornaca aunque no se le abra otra puerta en toda su existencia, en el fondo soy una especie de parásito tuyo, un piojo perdido entre las cerdas de tu lomo, supongo que no viviré tanto tiempo como tú, las vidas de los hombres son cortas comparadas con las de los elefantes, eso es sabido, me pregunto qué será de ti no estando yo en el mundo, llamarán a otro cornaca, claro, alguien tendrá que cuidar de solimán, quizá la archiduquesa se ofrezca, tendría su gracia, una archiduquesa sirviendo a un elefante, o uno de los príncipes cuando hayan crecido, de una manera u otra, querido amigo, siempre tendrás un porvenir garantizado, yo no, yo soy el cornaca, un parásito, un apéndice."

Fragmento de El viaje del elefante, de  José Saramago.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Felicidad


"Iván se distrajo, observando un hombre solitario que dormitaba la tarde perdido como un pino en la quebrada. Le recordaba a sí mismo, expuesto groseramente frente a Eugenia. De brazos cruzados, el hombre abría los ojos con vehemencia cada tanto, arrojando miradas inquisidoras a su alrededor, como si tratase de sorprender a alguien burlándose de su cansancio secretamente. Así lo hacía durante algunos instantes, hasta que pronto el sueño lo vencía y abandonaba las miradas confundidas para adormecerse, repitiéndose una y otra vez. Iván se lo señaló a Eugenia y ambos rieron. Y en aquella música halagadora él se sintió renovado, feliz de estar varado junto a ella en aquel rincón vacío del planeta."

Fragmento de Un cielo inhóspito.


 

jueves, 3 de marzo de 2011

Refundación

De Iván a Un cielo inhóspito


Hace aproximadamente un año creé el blog. En ese momento la novela estaba tibia, recién horneada, y si bien no había hecho una relectura rigurosa de Iván, sentía que el texto estaba lo suficientemente apto para ser subido a Internet.
Con una relectura honda pendiente y algunos meses de distancia, en abril del 2010 decidí emprender un taller con el poeta Rodolfo Alonso para tratar la novela. No sólo para corregir y aceptar sugerencias al respecto, sino también para tener una opinión de alguien experimentado y prestigioso en el ámbito de la literatura. Fue entonces que comenzamos a leer Iván juntos, y enseguida me di cuenta de que a la novela le faltaba algo, o más bien le sobraba.
El diagnóstico fue compartido: lo que quería ser dicho, lo valioso del texto, casi siempre se perdía y se disminuía por excesos de la forma. Y a partir de ese momento el trabajo fue quitar las redundancias, las exageraciones, los rodeos innecesarios.
Hace poco terminé las correcciones, en lo que acabó siendo un proceso de refundación. Iván no sólo disminuyó en cantidad de páginas y mejoró (¡espero!) el estilo, sino que cambió de nombre por Un cielo inhóspito.
En fin. Algunos de ustedes habrán comenzado a leer la novela y quizá se hayan decepcionado (¡lástima!); la mayoría seguramente jamás haya empezado. En cualquier caso, me parece justo que sepan que la versión nueva y definitiva de la novela está disponible para ser bajada del blog. Y si alguno tiene ganas de leerla pero necesita hacerlo en papel, me avisa por mail o me deja un comentario en el blog y vemos cómo hacemos.

Abrazo, Fer.