"Trazo una línea en el papel, el profesor dice algo, no puedo escucharlo, sólo puedo concentrarme en esta línea que guía mi vista y con ella se lleva mi pensamiento. Ahora la línea se desvía hacia la derecha, hace un rulo, se enrosca para ir nuevamente hacia la izquierda, donde hay un muchacho con anteojos, que mira aquella rubia, le gusta, es linda, no se puede decir que no, el rulo se corta, es azul, navega un instante sin sentido, se suspende dejando un punto de tinta acumulada, reconcentrada sobre el papel para ir nuevamente hacia la derecha. No es nada, sólo un rulo, una línea, unas palabras que se deforman en mis oídos, que se vencen antes de ser interpretadas, que no son capaces de atravesar la barrera hacia mi cerebro donde sólo hay líneas indefinidas, un triángulo quizá, que se ha formado espontáneamente por mi mano que conduce. Es al revés que siempre, la mano guía el cerebro, al menos da esa impresión, éste se enrosca si aquella se ensortija, avanza si aquella avanza, no hacen nada, qué hago yo acá, inmerso en este camino donde alguien habla para otros, para que esos anoten sin pensar, diciéndoles esto es así, apoyado sobre el escritorio, y luego viniendo de allá hacia acá para que nadie se distraiga. Su voz es como un vaivén monótono, se mezcla con el ruido de los autos que detrás de la ventana hablan el lenguaje de las bocinas, de los motores que aceleran y desaceleran al compás de luces rojas, amarillas y verdes; también hay frenos que se comprimen quemando el caucho, que sube como un vaho hasta el aula y se pierde tras una línea infinita y azul que va de un lado a otro, indescifrable, fundiéndose en el calor estancado sobre nuestras cabezas. Hay que poner especial atención sobre algo que dijo alguien, que dijo cómo iban a andar los hombres en estos días, parece mentira que no podamos comprender, que vamos de acá para allá como esta línea azul, a la izquierda primero, luego a la derecha, indescifrables hacemos un rulo, y luego otro formando un ocho, hasta volver al lugar donde hemos comenzado sin darnos cuenta de que esto no tiene sentido, y si lo tiene no podemos comprenderlo, más allá de esta hoja de papel, donde caminamos hacia el extremo por una línea azulada y luego volvemos hacia el centro; quién dentro del sendero que traza la línea y los rulos podrá saber qué hay fuera, tras el salto del camino, que al final siempre vira hacia una dirección inesperada. Pero al parecer, para muchos la cosa no se va deformando como la línea que traza la birome en mi mano: para ellos, las líneas y las curvas circulares no existen. Por eso anotan, que la línea azul es como dice ese otro que es, aunque ahora las cosas no sean como han dicho que serían, puesto que la línea continúa, imperturbable, va a doblar, hacia dónde, el secreto está en la mano que conduce, que no piensa, cuando piensa se detiene, por eso sigue adelante recorriendo una hoja que algún día estará completa, terminada, mientras tanto sólo puedo ver algunos garabatos sueltos, sordos, que sólo avanzan, girando, ensortijándose sobre ellos mismos, absurdos."
Fragmento de Un cielo inhóspito.