viernes, 28 de diciembre de 2012

Pink Moon



de Nick Drake (1948-1974).


Pink moon

I saw it written and I saw it say
Pink moon is on its way
And none of you stand so tall
Pink moon gonna get you all

It's a pink moon
It's a pink moon
Pink, pink, pink, pink
Pink moon

The pink, pink, pink, pink
Pink moon

I saw it written and I saw it say
Pink moon is on its way
And none of you stand so tall
Pink moon gonna get you all

It's a pink moon
It's a pink moon

Place to be

When I was young, younger than before
I never saw the truth hanging from the door
And now I'm older, see it face to face
And now I'm older, gotta get up, clean the place

And I was green, greener than the hill
Where flowers grew and the sun shone still
Now I'm darker than the deepest sea
Just hand me down, give me a place to be

And I was strong, strong in the sun
I thought I'd see when day was done
Now I'm weaker than the palest blue
Oh, so weak in this need for you

Road

You can say the sun is shining if you really want to
I can see the moon and it seems so clear
You can take the road that takes you to the stars now
I can take a road that'll see me through
I can take a road that'll see me through.

You can take a road that takes you to the stars now
I can take a road that'll see me through
I can take a road that'll see me through
I can take a road that'll see me through.

Which will

Which will you go for?
Which will you love?
Which will you choose from
From the stars above?

Which will you answer?
Which will you call?
Which will you take for
For your one and all?

And tell me now
Which will you love the best?

Which do you dance for?
Which makes you shine?
Which will you choose now
If you won't choose mine?

Which will you hope for?
Which can it be?
Which will you take now
If you won't take me?

And tell now
Which will you love the best?

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Modelo para una teoría del conocimiento



Aquí tienes una caja,
una caja grande
con una etiqueta que dice
caja.
Ábrela,
y dentro encontrarás una caja,
con una etiqueta que dice
caja dentro de una caja cuya etiqueta dice
caja.
Mira adentro
(de esta caja,
no de la otra)
y encontrarás una caja
con una etiqueta que dice...
y así sucesivamente,
y si sigues así,
encontrarás
tras esfuerzos infinitos
una caja infinitesimal
con una etiqueta
tan diminuta,
que lo que dice
se disuelve ante tus ojos.
Es una caja
que sólo existe
en tu imaginación.
Una caja perfectamente vacía.


Hans Magnus Enzensberger.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Regresos



"Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé a tenerlo todo. No solamente algo, sino todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedara ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti. ¿Cuántas veces invité a tu padre a que viniera a vivir aquí nuevamente, diciéndole que yo lo necesitaba? Lo hice hasta con engaños.
Le ofrecí nombrarlo administrador, con tal de volverte a ver. ¿Y qué me contestó? 'No hay respuesta -me decía el mandadero-. El señor don Bartolomé rompe sus cartas cuando yo se las entrego.' Pero por el muchacho supe que te habías casado y pronto me enteré que te habías quedado viuda y le hacías otra vez compañía a tu padre."
Luego el silencio.
"El mandadero iba y venía y siempre regresaba diciéndome:
- No los encuentro, don Pedro. Me dicen que salieron de Mascota. Y unos me dicen que para acá y otros que para allá.
Y yo:
- No repares en gastos, búscalos. Ni que se los haya tragado la tierra.
Hasta que un día vino y me dijo:
- He repasado toda la sierra indagando el rincón donde se esconde don Bartolomé San Juan, hasta que he dado con él, allá, perdido en un agujero de los montes, viviendo en una covacha hecha de troncos, en el mero lugar donde están las minas abandonadas de La Andrómeda.
Ya para entonces soplaban vientos raros. Se decía que había gente levantada en armas. Nos llegaban rumores. Eso fue lo que aventó a tu padre por aquí. No por él, según me dijo en su carta, sino por tu seguridad, quería traerte a algún lugar viviente.
Sentí que se abría el cielo. Tuve ánimos de correr hacia ti. De rodearte de alegría. De llorar. Y lloré, Susana, cuando supe que al fin regresarías."

Fragmento de Pedro Páramo, de Juan Rulfo.



viernes, 30 de noviembre de 2012

Más huellas




Comparto algunas palabras acerca de la novela, testimonio del 26 de octubre último, día de la presentación de Un cielo inhóspito.

Para los interesados en conseguir la novela, de momento tienen tres formas de conseguirla:

1. Ingresar en www.editorialcroquis.com y pedir el envío a domicilio.

2. Comprarla en Lavalle 491, Capital Federal.

3. Pedírmela directamente a mí, que se las acercaré con gusto. Para eso, pueden mandarme un mail a fvega5@hotmail.com o contactarme al: 15-3765-9964.


En todos los casos, el precio es de 40 pesos.

Próximamente, más información.




¡Gracias!


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cielo


"Entonces hubo un atardecer eterno, que todavía perdura, un paulatino oscurecimiento de un sol de fuego. Un sol que no se ve, que se va por el horizonte, tras unas casas bajas y sin luz. Primero amarillo anaranjado, desplegando sus últimos vestigios bajo el celeste azulándose, sumido en el matiz monumental de colores. Allá, mientras en aquella orilla comienza el día para otros, acá las damas de noche abren su flor blanca y hermosa, y Venus anuncia que ya es hora. Como la sombra que desaparece con la víspera, muere una vez más el mundo: donde un segundo antes hubo rojo, rojo oscuro bordeado de azulado, de pronto hay árboles que son espigadas figuras blandiéndose por el viento, y ya es de noche." Fragmento de Un cielo inhóspito.

Para los interesados en conseguir la novela, de momento tienen tres formas de conseguirla:

1. Ingresar en www.editorialcroquis.com y pedir el envío a domicilio.
2. Comprarla en Lavalle 491, Capital Federal.
3. Pedírmela directamente a mí, que se las acercaré con gusto. Para eso, pueden mandarme un mail a fvega5@hotmail.com o contactarme al: 15-3765-9964.

En todos los casos, el precio es de 40 pesos.
Próximamente, más información.

¡Gracias!

jueves, 8 de noviembre de 2012

100 años

Mañana, jornada literaria con mesa de escritores para celebrar los cien años de la Biblioteca Municipal de Morón. Allí estaré, participando. Y están todos invitados.


miércoles, 31 de octubre de 2012

Gracias.



André Gide:
"La cosa más difícil, cuando se comienza a escribir, es ser sincero. Que la palabra sea siempre necesitada, sé precavido de ella. Hace falta que sea irresistible, irreprimible. Y lo mismo para la frase, para la obra entera. Y para la vida entera del artista, hace falta que su vocación sea irresistible; que no pueda no escribir."

Julio Cortázar:
"Si tienes algo que decir, y no lo dices con el exacto y preciso lenguaje con que tiene que ser dicho, de alguna manera no lo dices, o lo dices mal."

Rainer Maria Rilke:
"Una obra de arte es buena cuando ha nacido de una necesidad. Se juzga por la naturaleza de su origen. No hay otro juez."


lunes, 15 de octubre de 2012

¡Presentación del libro!



"Aunque resulte difícil asociar juventud y madurez, Fernando Vega convive felizmente con ambas. Y esta primera novela, de tan logrado título, lo demuestra cabalmente. Dueño de una sorprendente seguridad --casi instintiva-- en cuanto a la estructura y a la escritura de la narración, tanto como a sus matices de tiempo y de lugar, el autor es capaz también de detenerse, de reflexionar y madurar. En esta entrañable opera prima, que es ya una realidad y presagia un futuro, los lectores exigentes pueden internarse sin vacilaciones. No sólo se concreta un logro literario. También se evidencia algo más, algo tan reparador como auspicioso: nuestros adolescentes siguen viviendo los dolores y las alegrías del amor, ese sentimiento que la sociedad del espectáculo intentó borrarles. No es poca fortuna. Tanta como que siga habiendo novelas de iniciación, bildungsroman, retablos de esos atisbos de la vida adulta en que alguien que deja la infancia comienza a enfrentarse consigo mismo y con el mundo. Como lo certifica, insisto, Un cielo inhóspito."

Rodolfo Alonso.

martes, 9 de octubre de 2012

VIERNES 26 DE OCTUBRE, 21HS.

Presentación de "Un cielo inhóspito".

Club Philidor, Morón. Esquina Pellegrini y 9 de julio.

El cálido Club de ajedrez Philidor es el espacio elegido para dialogar acerca de la novela junto a escritores, artistas y allegados al proceso creativo, que harán su aporte leyendo y comentando el texto junto al autor.
También habrá música en vivo a cargo de Prego, que se presentará en su versión acústica.
Entrada libre y gratuita. 
Habrá ejemplares disponibles para quienes deseen comprarlo.

A continuación, la novela descrita en palabras del poeta Rodolfo Alonso, las cuales integran la contratapa del libro:






domingo, 30 de septiembre de 2012

Un cielo inhóspito


Qué tal, gente. Como muchos saben, hace ya unos años que me dedico a la creación literaria. La literatura es mi arte, mi proyecto, mi necesaria forma de expresarme. No podría evitarlo: las palabras están ahí, dentro mío, tirando hacia afuera.
Y hoy, por fin, es el día en que veo mi primer libro editado.
Se trata de una novela llamada "Un cielo inhóspito", a la que le dediqué toda inspiración po
sible, todo esfuerzo y toda hora, y que justamente por eso lleva consigo una parte de mí. Esa parte es la que creo debe justificar toda obra artística, y es lo que tengo para ofrecer.

A partir de ahora, declaro disponible la novela para todo aquel que quiera comprarla. Y de momento, debo comentarles que hay dos medios para acceder a ella:

1. Contactándose conmigo, que gustosamente coordinaré la manera de dárselas.
2. Comprádola por internet en la página de Editorial Croquis, que realiza envíos a todo el mundo. Para esto, deben entrar en www.editorialcroquis.com y buscarla en la solapa "Libros por Género" y luego en "Novela", página 2. Allí encontrarán la tapa del libro "Un cielo inhóspito" junto a la opción de agregarla al carrito virtual.

En cualquier caso, el precio es de $40.

Próximamente la novela va a estar disponible en librerías, pero por ahora, existen estos dos medios para que puedan conseguirla.

Por último, les adelanto que el 26 de octubre voy a estar presentándola en Morón, con la participación de escritores/artistas/allegados al proceso creativo. Pronto les voy a pasar más información al respecto.

Por supuesto, se agradece profundamente todo tipo de difusión, comentario, interés o buena onda.

Los mantengo al tanto. ¡Gracias!

jueves, 20 de septiembre de 2012

Georg Trakl




A los enmudecidos

Ah, la locura de la gran ciudad cuando al anochecer,
junto a los negros muros, se levantan los árboles deformes
y a través de la máscara de plata se asoma el genio del mal;
la luz con látigos que atraen ahuyenta pétrea noche.
Oh, el hundido repique de las campanas del crepúsculo.

Ramera que entre escalofríos alumbra una criatura
muerta. La ira de Dios con rabia azota la frente de los poseídos,
epidemia purpúrea, hambre que rompe verdes ojos.
Ah, la odiosa carcajada del oro.

Pero una humanidad más silenciosa sangra en oscura cueva
forjando con metales duros el rostro redentor. 



Grodek

Por la tarde resuenan en los bosques otoñales
las mortíferas armas, y en las llanuras áureas
y en los lagos azules rueda el sol más oscuro.
La noche abraza a los guerreros moribundos,
irrumpe el lamento salvaje de sus bocas quebradas.
Pero silenciosas en la pradera,
rojas nubes que un dios airado habita
convocan la sangre derramada, la frialdad lunar;
y todos los caminos desembocan en negra podredumbre.
Bajo el dorado ramaje de la noche y las estrellas
vaga la sombra de la hermana por el bosque silencioso
saludando las almas de los héroes,
las cabezas sangrantes.
Y en el cañaveral suenan las oscuras flautas del otoño.
Oh, qué soberbio duelo, con altares de bronce;
un terrible dolor nutre hoy la ardiente llama del espíritu,
por los nietos que no han nacido aún. 



Queja

Sueño y muerte, águilas de tiniebla,
rondan rumor de noche esa frente:
a la dorada imagen del hombre
parece engullir la ola helada
de lo eterno. En arrecifes estremecedores
púrpura el cuerpo zozobra.
Y se alza la oscura voz en su queja
de la mar.
Hermana en turbulenta pesadumbre,
mira una barca de angustia sumirse
entre estrellas
en el callado rostro de la noche.

Georg Trakl.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Huellas



"Pero en cuanto me hablaba de Ingeborg, estaba de pronto al abrigo de todos los peligros; entonces no se reservaba; hablaba más fuerte, reía con el recuerdo de la risa de Ingeborg, y entonces se veía bien lo bella que Ingeborg había sido.
'Nos hacía dichosos a todos, decía, también a tu padre, Malte, sí, literalmente dichosos. Pero en cuanto se dijo que iba a morir aunque solamente parecía un poco enferma -y todos dábamos vueltas a su alrededor y se lo ocultamos-, se incorporó un día en el lecho y dijo dirigiéndose hacia adelante, como alguien que quiere darse cuenta del sonido de su pensamiento: "¿Por qué estáis así en guardia? Todos lo sabemos y puedo tranquilizaros; las cosas son tal como vienen: no quiero más". Piensa un poco, dijo: "No quiero más", ella que nos hacía dichosos a todos. ¿Comprenderás esto alguna vez, Malte, cuandos seas mayor? Reflexiona más tarde. Quizá lo comprenderás un día. Será bueno tener alguien que comprenda tales cosas."
(...)
"Y ahora quiero escribiros esta historia, tal como mamá la contaba cuando yo se lo pedía:
Era a mitad de verano, el jueves que siguió a los funerales de Ingeborg. Desde el sitio donde tomábamos el té en la terraza se podía ver entre los olmos gigantescos elevarse el remate de la sepultura de familia. Habían dispuesto las tazas como si nunca una persona más hubiese sentado en esta mesa, y alrededor de ella habíamos tomado todos asiento muy a gusto. Como cada uno había llevado, quien un libro, quien un cesto de labor, incluso nos sentíamos un poco estrechos. Abelone (la hermana menor de mamá) servía el té, y todos la ayudaban, salvo tu abuelo que miraba hacia la casa desde su butaca. Era la hora en que se esperaba el correo, y ocurría a menudo que Ingeborg, retenida la última por las órdenes que daba para la comida, lo traía. Durante las semanas de su enfermedad habíamos tenido mucho tiempo para perder la costumbre de su venida: sabíamos demasiado bien que no podía venir. Pero esta tarde, Malte, entonces que verdaderamente no podía venir... vino. Quizá era nuestra culpa, quizá la habíamos llamado. Pues recuerdo que pronto yo estaba allí sentada y me esforzaba por descubrir qué es lo que ahora era distinto. Bruscamente se me hizo imposible decir qué; lo había olvidado por completo. Levanté los ojos y vi a los otros vueltos hacia la casa, no de un modo particular o que asombrase, sino muy sencillamente, en su espera tranquila y cotidiana. Y estuve a punto (Malte, me da frío cuando lo pienso), estuve a punto -Dios me libre- a punto de decir: '¿Dónde está...?'. Cuando ya Cavalier, como de costumbre, salió de bajo de la mesa y saltó a su encuentro. Yo la vi, Malte, yo la vi. Corrió hacia ella, aunque ella no vino; para él ella venía. Comprendimos que corría a su encuentro. Por dos veces se volvió hacia nosotros, como para interrogar. Después se precipitó hacia ella, como siempre, Malte, exactamente como había hecho siempre; y se unió a ella, pues comenzó a saltar en círculo, alrededor de algo que no estaba allí, y después a subir a lo largo de ella, todo derecho, para lamerla. Le oímos lanzar, de alegría, pequeños ladridos quejumbrosos, y por el modo como saltaba en el aire, muy de prisa y sin descanso, se hubiera podido creer verdaderamente que nos la escondía con sus cabriolas. Pero de pronto dio un alarido, y su propio impulso le hizo torcerse y caer de espaldas, con una rara torpeza; y quedó tendido ante nosotros de modo extraño, y no se movió más. El criado salió de la otra ala de la casa con las cartas. Titubeó un instante; sin duda le era penoso acercarse a nuestros rostros. Y ya tu padre le hacía seña de que se quedase allí. Tu padre, Malte, no quería a ningún animal; pero esta vez, lentamente, me pareció que sin embargo fue hacia el perro y se bajó hasta él. Dijo una palabra al criado, una breve orden. Vi a éste precipitarse a recoger a Cavalier. Pero tu padre mismo tomó entonces al animal y se lo llevó, como si supiese exactamente a dónde, a la casa."

Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, Rainer Maria Rilke.

viernes, 31 de agosto de 2012

Verdadera naturaleza del espíritu

"Arjuna dice: 
(...)
Porque nada veo que pueda consolar la aflicción que conturba mis sentidos, aunque alcanzara la indisputada monarquía de la Tierra y aun la soberanía de los seres celestiales.
El Sabio Sanjaya dice:
Luego que hubo así hablado Arjuna, dijo de nuevo a Govinda: '¡No pelearé!' Y quedó silencioso.
Entonces, ¡Oh, Bhârata!, respondió Krishna sonriente al que tan abatido se veía entre ambas huestes:
El Bendito Señor Krishna dice:
Te lamentas de lo que no debieras lamentarte. ¡Aún son tus palabras de engañosa sabiduría! El sabio no se lamenta ni por los vivos ni por los muertos.
Ni yo, ni tú, ni esos príncipes de hombres, en tiempo alguno hemos dejado de ser, ni dejaremos de ser en adelante.
Así como el morador del cuerpo pasa en él por la infancia, la juventud y la vejez, así también pasa a otro cuerpo. Quien es firme, no se apesadumbra por esto.
El contacto con la materia, ¡oh hijo de Kunti!, da calor y frío, placer y dolor, que en alternativos vaivenes se funden transitoriamente. Sopórtalos con valor, ¡oh, Bhârata!
(...)
Lo que no existe no tiene ser, y lo que existe jamás cesará de ser. La verdad de ello ha sido percibida por los videntes de la Esencia de las cosas.
(...)
Aquél cuyo corazón está libre de ansiedad en el dolor, indiferente al placer, desapegado de la pasión, del temor y de la cólera, aquél puede llamarse sabio de mente serena."

Bhagavad Gita.

sábado, 25 de agosto de 2012

Cuadernos



"Durante algún tiempo todavía, voy a poder escribir todo esto y testimoniarlo. Pero llegará el día en que mi mano estará distante, y cuando le ordene escribir, trazará palabras que yo no piense. Va a llegar el tiempo de la otra explicación, en el que las palabras se desatarán, en el que cada significado se deshará como una nube y caerá como agua. A pesar de mi miedo soy, sin embargo, semejante a alguien que se mantiene ante las grandes cosas, y recuerdo que antes sentía en mí destellos semejantes cuando iba a escribir. Pero esta vez estaré escrito. Soy la impresión que va a transformarse. ¡Oh! Con un poco más podría comprender todo, y aprobar todo. Un paso solamente, y mi profunda miseria se transformaría en felicidad. Pero ese paso, no puedo darlo; he caído y no puedo ya levantarme, porque estoy roto. Hasta ahora, he creído que podía ver venir un socorro. He aquí ante mí, de mi propia letra, lo que he rogado, noche tras noche. He transcrito esto de los libros donde lo he encontrado, para que fuese más próximo, para que fuese salido de mi mano, como brotado de mí mismo. Y ahora quiero copiarlo una vez más, aquí, ante mi mesa, de rodillas; quiero escribirlo, porque así lo tengo en mí más tiempo que leyéndolo, y cada palabra toma duración y tiene tiempo de resonar."

Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, Rainer Maria Rilke.

jueves, 16 de agosto de 2012

Ante la ley

"Ante la Ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
- Tal vez -dice el centinela-, pero no por ahora.
La puerta de la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
- Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, se barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un banquito y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián son sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
- Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y a no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
- ¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
- Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
- Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla."

Franz Kafka.

martes, 31 de julio de 2012

Sabores


"Pero así eran las cosas, para qué negarlo. Todo aquello tenía un aire definitivo, un mensaje que proyectaba la inminencia de la definición ansiada. Había que leer tus palabras, lo bien que iba todo allá, cada vez mejor. Tanto así que no sabías hasta cuándo se extendería tu estancia, y entonces se dibujaba una última advertencia en cada frase tuya, como la antesala de un olvido, y creía entrever en cada una de tus palabras un anuncio, la ruptura entre dos islas que ya no sabrán más la una de la otra, salvo el rumor imperceptible del océano que intercede. Y luego qué, esa sal que la brisa depositara en mi boca se haría cada vez más inalcanzable, y yo me aferraría cada vez más a ella, como al deseo de una voz vuelto sabor."

Fragmento de Un cielo inhóspito.

lunes, 23 de julio de 2012

Ver



Hay bastante metafísica en no pensar en nada.

¿Qué pienso yo del mundo?
¡Qué se yo lo que pienso del mundo!
Si yo me enfermase pensaría en eso.

¿Qué idea tengo yo de las cosas?
¿Qué opinión tengo sobre las causas y los efectos?
¿Qué he meditado sobre Dios y el alma
Y sobre la creación del mundo?
No sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos
Y no pensar. Es correr las cortinas
De mi ventana (pero ella no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¡Qué se yo lo que es el misterio!
El único misterio es que exista quien piense el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos,
Comienza a no saber qué es el sol
Y a pensar muchas cosas llenas de calor.
Pero abre los ojos y ve el sol,
Y ya no puede pensar en nada,
Porque la luz del sol vale más que los pensamientos
De todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
Y por eso no yerra y es común y buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen aquellos árboles?
La de ser verdes y con copas y la de tener ramas
Y la de dar fruto en su hora, lo que nos hace pensar,
A nosotros, que no sabemos darnos cuenta de ellos,
Pero, ¿qué mejor metafísica que la de ellos,
Que es la de no saber para qué viven
Ni saber que no lo saben?

'Constitución íntima de las cosas'...
'Sentido íntimo del universo'...
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.
Es increíble que se puede pensar en cosas de esas.
Es como pensar en razones y fines
Cuando el comienzo de la mañana está rayando, y por los lados de los árboles
Un vago oro lustroso va perdiendo la oscuridad.

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
Es sobrepuesto, es como pensar en la salud
O llevar un vaso al agua de las fuentes.

El único sentido íntimo de las cosas
Es no tener ningún sentido íntimo.

No creo en Dios porque nunca lo vi.
Si él quisiese que yo creyese en él,
Sin duda que vendría a hablar conmigo
Y entraría por mi puerta hacia adentro
Diciéndome: ¡Aquí estoy!


(Esto es tal vez ridículo a los oídos
De quien, por no saber lo que es mirar las cosas,
No comprende a quien habla de ellas
con un modo de hablar que reparar en ellas enseña.)

Pero si Dios es las flores y los árboles
Y los montes y el sol y la luz de luna,
Entonces creo en él,
Entonces creo en él a toda hora,
Y mi vida es toda una oración y una misa,
Es una comunión con los ojos y por los oídos.

Pero si Dios es los árboles y las flores
Y los montes y la luz de luna y el sol,
¿Para qué lo llamo Dios?
Lo llamo flores y árboles y montes y sol y luz de luna;
Porque si él se hizo, para que yo lo vea,
Sol y luz de luna y flores y árboles y montes,
Si él se me aparece siendo árboles y montes
Y luz de luna y sol y flores,
Es que él quiere que yo lo conozca
Como árboles y montes y luz de luna y sol y flores.

Y por eso le obedezco,
(¿Qué más sé yo de Dios que Dios de sí mismo?),
Le obedezco al vivir, espontáneamente,
Como quien abre los ojos y ve,
Y lo llamo luz de luna y sol y flores y árboles y montes,
Y lo amo sin pensar en él,
Y lo pienso viendo y oyendo,
Y ando con él a toda hora.

Fernando Pessoa.



domingo, 8 de julio de 2012

Una rosa amarilla




"Ni aquella tarde ni la otra murió el ilustre Giambattista Marino, que las bocas unánimes de la Fama (para usar una imagen que le fue cara) proclamaron el nuevo Homero y el nuevo Dante, pero el hecho inmóvil y silencioso que entonces ocurrió fue en verdad el último de su vida. Colmado de años y gloria, el hombre se moría en un vasto lecho español de columnas labradas. Nada cuesta imaginar a unos pasos un sereno balcón que mira al poniente y, más abajo, mármoles y laureles y un jardín que duplica sus graderías en un agua rectangular. Una mujer ha puesto en una copa una rosa amarilla; el hombre murmura los versos inevitables que a él mismo, para hablar con sinceridad, ya lo hastían un poco:

Púrpura del jardín, pompa de prado
gema de primavera, ojo de abril...


Entonces ocurrió la revelación. Marino vio la rosa, como Adán pudo verla en el Paraíso, y sintió que ella estaba en su eternidad y no en sus palabras y que podemos mencionar o aludir pero no expresar y que los altos y soberbios volúmenes que formaban en un ángulo de la sala una penumbra de oro no eran (como su vanidad soñó) un espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo.
Esta iluminación alcanzó Marino en la víspera de su muerte, y Homero y Dante acaso la alcanzaron también."

Jorge Luis Borges, El hacedor.

sábado, 30 de junio de 2012

Último viaje



"Sé que en la tarde de un día cualquiera el sol me dirá su último adiós, con su mano ya violeta, desde el recodo de occidente. Como siempre, habré musitado una canción, habré mirado una muchacha, habré visto el cielo con nubes a través del árbol que asoma a mi ventana...
Los pastores tocarán sus flautas a la sombra de las higueras, los corderos triscarán en la verde ladera que cae suavemente hacia el río; el humo subirá sobre la casa de mi vecino...
Y no sabré que es por última vez...
Pero te ruego, Señor: ¿podría saber, antes de abandonarla, por qué esta tierra me tuvo entre sus brazos? Y, ¿qué me quiso decir la noche con sus estrellas? Y mi corazón, ¿qué me quiso decir mi corazón?
Antes de partir quiero demorarme un momento, con el pie en el estribo, para acabar la melodía que vine a cantar. ¡Quiero que la lámpara esté encendida para ver tu rostro, Señor! Y quiero un ramo de flores para llevártelo, Señor, sencillamente."

Rabindranath Tagore.

viernes, 22 de junio de 2012

Dualidad II





Himno a la Belleza

¿Vienes del hondo cielo o del abismo sales,
Belleza? Tu mirar, infernal y divino,
vierte confusamente beneficios y crímenes,
por lo que se te puede comparar con el vino.

Tus dos ojos contienen el poniente y la aurora;
esparces más perfumes que ocaso tormentoso.
Tus besos son un filtro y tu boca es una ánfora
que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.

¿Sales del negro abismo o bajas de los astros?
Como un perro, el Destino sigue ciego tu falda...
Al Azar vas sembrando la dicha y los desastres,
y todo lo gobiernas sin responder de nada.

¡Caminas sobre muertos y te burlas, Belleza!
El Horror, de tus broches no es el menos precioso;
y el Crimen, que se cuenta entre tus caros dijes,
danza amorosamente en tu vientre orgulloso.

Deslumbrado, el insecto vuela hacia ti, candela.
Crepita, estalla y dice: "¡Bendigamos la antorcha!"
El amante, jadeando sobre su bella amada,
parece un moribundo que acaricia su fosa.

¿Qué importa así del cielo vengas o del infierno,
Belleza, monstruo enorme, ingenuo y atrevido,
si tu mirar, tu pie, tu faz me abren la puerta
de un infinito que amo y nunca he conocido?

De Satán o de Dios, ¿qué importa? Ángel, Sirena,
¿qué importa si me vuelves -hada de ojos sedantes,
ritmo, perfume, luz, ¡oh, tú, mi única reina!-
menos odioso el mundo, más cortos los instantes?

Charles Baudelaire.

domingo, 10 de junio de 2012

Une saison en enfer



"La sangre pagana renace. El Espíritu está cerca, ¿por qué no me ayuda Cristo dando a mi alma nobleza y libertad? ¡Ay, el Evangelio ha fenecido! ¡El Evangelio ha fenecido! El Evangelio.
Yo espero a Dios con gula. Soy de raza inferior para toda la eternidad.
Heme aquí en la playa armoricana. Ya pueden iluminarse de noche las ciudades. Mi jornada ha concluido; dejo la Europa. El aire marino quemará mis pulmones; me tostarán los climas remotos. Nadar, aplastar la hierba, cazar, fumar sobre todo; beber licores fuertes como metal fundido -como hacían esos caros antepasados en torno de las hogueras.
Regresaré con miembros de hierro, la piel oscura, los ojos furiosos: de acuerdo a mi máscara, me juzgarán de raza fuerte. Tendré oro: seré ocioso y brutal. Las mujeres cuidan a esos inválidos feroces que retornan de las tierras calientes. Me inmiscuiré en los asuntos políticos. Salvado.
Ahora estoy maldito, tengo horror de la patria. Lo mejor es un sueño bien ebrio, en la playa.

*

No hay tal partida. Retomemos los caminos de aquí, cargado con mi vicio el vicio que ha hundido sus raíces de sufrimiento en mi flanco desde la edad de la razón, que sube al cielo, me golpea, me derriba, me arrastra. "

"¡Y ha de ser porque cultivamos la bruma! Devoramos la fiebre con nuestras legumbres acuosas. ¡Y la borrachera! ¡Y el tabaco! ¡Y la ignorancia! ¡Y las abnegaciones! ¡Todo esto está a cien leguas de la sabiduría de Oriente, la patria primitiva! ¡Para qué un mundo moderno, si se han de inventar semejantes venenos! (...)
Espíritu mío, ten cuidado. Nada de medios violentos de salvación. ¡Ejercítate! ¡Ah, la ciencia no va suficientemente a prisa para nosotros!
Pero me doy cuenta de que mi espíritu duerme.
¡Si estuviera bien despierto a partir de este momento, pronto llegaríamos a la verdad, que nos rodea acaso con sus llorosos ángeles!... Si hubiera estado despierto hasta este momento, sería por no haber cedido ya a los instintos deletéreos,  en una época inmemorial... ¡Si siempre hubiera estado bien despierto, yo bogaría en plena sabiduría!...
¡Oh pureza! ¡Pureza!
Este minuto de vigilia me ha concedido la visión de la pureza. ¡Por el espíritu se va a Dios!
¡Lacerante infortunio!"

Jean Arthur Rimbaud, Una temporada en el infierno.

viernes, 25 de mayo de 2012

La patria es la infancia


EN LA RUTA

Andábamos por la ruta en plena noche, y el frío se colaba por los agujeros del suelo. Papá manejaba mirando fijo el camino, y cuando se producía un silencio muy largo, me pedía que le diera charla para no dormirse. Yo cumplía lo mejor posible, aunque sabía que los temas de conversación de un chico son aburridos para los adultos. Por eso más que nada le pedía que me contase historias de antes, de cuando era joven y vivían con mamá en una cocina y un baño, como solía decir él, en los tiempos en que yo no había nacido.
Esa noche me contó del día en que casi le pega a tío Esteban, todo porque el tío había sacado no sé bien qué cosas del negocio sin pedir permiso. Aquella vez papá se había enojado mucho, y en sus palabras el tío había querido cagarlo, ni más ni menos. De hecho, le hubiera pegado si no fuese por tía Maruca, que los separó y los hizo entrar en razón. La verdad era que el tío se lo merecía, pero también era cierto que pegándole papá no iba a arreglar nada, y que mamá hubiera hecho un escándalo de aquellos.
Me gusta hacer los viajes de noche con papá. Hace poco aprendí a cebar mate y entonces le cebo mientras andamos, y aunque a veces vuelco un poco de agua o de yerba papá me dice que está bien, que el tapizado igual está viejo y va a haber que cambiarlo. Cuando no estoy cebando ni estamos charlando me entretengo mirando las luces a los costados de la ruta, que pasan como si fueran estrellas fugaces, y parece que se movieran. Y si es una parte donde no hay luces y está oscuro, igual me quedo mirando el campo a los costados y las sombras de los árboles que se ven a lo lejos. A veces incluso me imagino a mí mismo ahí afuera, solo metido en medio de los pastos altos hasta que me da un miedo terrible, y entonces trato de pensar en otra cosa o de decirle algo a papá para distraerme.
De todas formas, lo más lindo de viajar es ver los animales por la ventana, que casi siempre están juntos y comiendo el pasto. Papá dice que a veces se pierden y se cruzan en la ruta, y entonces es peligroso para todos porque si los chocás se pueden morir, e incluso puede que nosotros también.
Hace poco, cuando murió el abuelo, mamá vino y me dijo que él estaba bien, que se había ido al cielo y que si algún día le quería decir algo, podía decírselo a ella para que se lo cuente. Por ahora no le dije nada, la verdad es que no estoy seguro de qué decirle, ni tampoco de cómo hace ella para hablar con él. Lo que sí hago a veces es mirar para arriba y pensar dónde estará en medio de todo ese cielo, que aunque parece que está cerca, ya aprendí que está lejísimo. 

domingo, 20 de mayo de 2012

Puntos cardinales



"En cinco veces dispersas llegué hasta el deseado  puente del Monte del Oso, donde la ruta 6 traza un arco desde Nueva Inglaterra. Empezó a llover a mares en cuanto me dejaron allí. Era un sitio montañoso. La ruta 6 cruzaba el río, torcía y trazaba un círculo, y desaparecía en la espesura. Además de no haber tráfico, la lluvia caía a cántaros y no había sitio dónde protegerme. Tuve que correr bajo unos pinos para taparme; no sirvió de nada; me puse a gritar y a maldecir y golpearme la cabeza por haber sido tan idiota. Estaba sesenta y cinco kilómetros al norte de Nueva York; todo el camino había estado preocupado por eso: el gran día de estreno sólo me había desplazado hacia el Norte en lugar del ansiado Oeste. Ahora estaba colgado en mi extremo Norte. Corrí medio kilómetro hasta una estación de servicio de hermoso estilo inglés que estaba abandonada y me metí bajo los aleros que chorreaban. Allí arriba, sobre mi cabeza, el enorme y peludo Monte del Oso soltaba rayos y truenos que me hacían temer a Dios. Todo lo que veía eran árboles a través de la niebla y una lúgubre espesura que se alzaba hasta los cielos.
- ¿Qué coño estoy haciendo aquí? - grité, y pensé en Chicago.- Ahora allí estarán pasándoselo muy bien haciendo de todo y yo estoy aquí... ¡Quiero llegar ya!
Seguí con cosas así hasta que por fin se detuvo un coche en la vacía estación de servicio; el hombre y las dos mujeres que lo ocupaban querían consultar un mapa. Me puse delante gesticulando bajo la lluvia; hablaron entre sí; yo parecía un maniático, claro, con el pelo todo mojado, los zapatos empapados. Mis zapatos, soy un maldito idiota, eran huaraches mexicanos, de suela de esparto, lo menos adecuado para una noche lluviosa en América y la dura noche en la carretera. Pero me dejaron entrar y volvimos a Newburgh, cosa que acepté como alternativa preferible a quedar atrapado en la espesura del Monte del Oso toda la noche.
- Además -dijo el hombre-, casi no circula nadie por la 6. Si quiere ir a Chicago lo mejor es que coja el Túnel Holland en Nueva York y se dirija a Pittsburg.
Me di cuenta de que tenía razón. Era mi sueño que se jodía, aquella estúpida idea provinciana de que sería maravilloso seguir una gran línea roja que atravesaba América en lugar de probar por distintas carreteras y rutas.
En Newburgh había dejado de llover. Bajé caminando hasta el río y tuve que volver a Nueva York en un autobús con un grupo de maestros de escuela que regresaban de pasar un fin de semana en las montañas. Bla, bla, bla y yo soltando tacos por todo el tiempo y dinero que había malgastado, y diciéndome que quería ir al Oeste y aquí estaba tras pasar el día entero y parte de la noche subiendo y bajando, hacia el Norte y hacia el Sur, como si fuera algo que no podía empezar a hacer. Y me prometí estar en Chicago el día siguiente, y para estar seguro de ello cogí un autobús hasta Chicago, gastando gran parte de mi dinero, y no me importó nada, sólo quería estar en Chicago al día siguiente."

Jack  Kerouac, On the road.

domingo, 6 de mayo de 2012

Oquedades


Que la poesía me salve

Le pido a la poesía
un último favor
que se apiade de mí
que sea mi Dios mi guía

que de la confusión me rescate
y sin pedir más que manos
más que ojos
me desate me desnude

y abrazándome me entienda
y arrullándome me abrace…

Y así, suavemente
me quite las espinas
los abrojos de mis brazos
las marañas de mi voz

que se ahoga y no grita
que aunque quiere, no dice
y en silencio sólo pide
que la poesía me salve.

Hoy

Hoy me resigno al mundo
y resignándome lo rechazo
y rechazándolo lo ignoro
me es indiferente

Hoy podrían pegarme hasta el cansancio
que no lloraría
y si llorase no sería dolor
sería pena de no sentirlo

sería mi cuerpo el que llore
y no yo mismo
ni mi alma ni mis lágrimas
ni mi voz la que solloze

hoy podría morir
y no sería yo quien muriese
ni sería yo
quien se apenase de mi muerte

hoy podría romper en llanto
y luego desternillarme de risa
y ni lo uno ni lo otro
sería ni risa ni llanto

hoy me da todo lo mismo
quizá porque esté muriendo
o quizá porque esté triste
o quizás esté feliz.




viernes, 27 de abril de 2012

Piu avanti

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su coraje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora,
o como Lucifer que nunca reza,
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

¡que muerda y vocifere vengadora
ya rodando en el polvo tu cabeza!

Almafuerte.



sábado, 21 de abril de 2012

Voy a hablar de la esperanza

"Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.
Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. ¿Qué sería su causa? ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. ¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen de viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si me hubieran cortado el cuello de raíz, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.
Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!
Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente."

De Poemas en prosa, de César Vallejo. 

miércoles, 11 de abril de 2012

Líneas

"Trazo una línea en el papel, el profesor dice algo, no puedo escucharlo, sólo puedo concentrarme en esta línea que guía mi vista y con ella se lleva mi pensamiento. Ahora la línea se desvía hacia la derecha, hace un rulo, se enrosca para ir nuevamente hacia la izquierda, donde hay un muchacho con anteojos, que mira aquella rubia, le gusta, es linda, no se puede decir que no, el rulo se corta, es azul, navega un instante sin sentido, se suspende dejando un punto de tinta acumulada, reconcentrada sobre el papel para ir nuevamente hacia la derecha. No es nada, sólo un rulo, una línea, unas palabras que se deforman en mis oídos, que se vencen antes de ser interpretadas, que no son capaces de atravesar la barrera hacia mi cerebro donde sólo hay líneas indefinidas, un triángulo quizá, que se ha formado espontáneamente por mi mano que conduce. Es al revés que siempre, la mano guía el cerebro, al menos da esa impresión, éste se enrosca si aquella se ensortija, avanza si aquella avanza, no hacen nada, qué hago yo acá, inmerso en este camino donde alguien habla para otros, para que esos anoten sin pensar, diciéndoles esto es así, apoyado sobre el escritorio, y luego viniendo de allá hacia acá para que nadie se distraiga. Su voz es como un vaivén monótono, se mezcla con el ruido de los autos que detrás de la ventana hablan el lenguaje de las bocinas, de los motores que aceleran y desaceleran al compás de luces rojas, amarillas y verdes; también hay frenos que se comprimen quemando el caucho, que sube como un vaho hasta el aula y se pierde tras una línea infinita y azul que va de un lado a otro, indescifrable, fundiéndose en el calor estancado sobre nuestras cabezas. Hay que poner especial atención sobre algo que dijo alguien, que dijo cómo iban a andar los hombres en estos días, parece mentira que no podamos comprender, que vamos de acá para allá como esta línea azul, a la izquierda primero, luego a la derecha, indescifrables hacemos un rulo, y luego otro formando un ocho, hasta volver al lugar donde hemos comenzado sin darnos cuenta de que esto no tiene sentido, y si lo tiene no podemos comprenderlo, más allá de esta hoja de papel, donde caminamos hacia el extremo por una línea azulada y luego volvemos hacia el centro; quién dentro del sendero que traza la línea y los rulos podrá saber qué hay fuera, tras el salto del camino, que al final siempre vira hacia una dirección inesperada. Pero al parecer, para muchos la cosa no se va deformando como la línea que traza la birome en mi mano: para ellos, las líneas y las curvas circulares no existen. Por eso anotan, que la línea azul es como dice ese otro que es, aunque ahora las cosas no sean como han dicho que serían, puesto que la línea continúa, imperturbable, va a doblar, hacia dónde, el secreto está en la mano que conduce, que no piensa, cuando piensa se detiene, por eso sigue adelante recorriendo una hoja que algún día estará completa, terminada, mientras tanto sólo puedo ver algunos garabatos sueltos, sordos, que sólo avanzan, girando, ensortijándose sobre ellos mismos, absurdos." 

Fragmento de Un cielo inhóspito.

viernes, 30 de marzo de 2012

Compasión

El convaleciente, Charles Duran, 1860.

"Una vez, sin fuerzas para ponerse los pantalones al levantarse del bacín, Iván Ilich se desplomó en una butaca y quedó contemplando con horror sus muslos desnudos, consumidos, con los músculos muy marcados.
En esto entró Guerasim -con sus botas recias, que despedían un agradable olor a betún-, con paso ligero y firme, con un limpio mandil y una limpia camisa arremangada, que dejaba al aire sus brazos robustos de hombre joven. Se acercó al bacín sin mirar a Iván Ilich y refrenando, evidentemente, la alegría de vivir que resplandecía en su rostro para no ofuscar al enfermo.
- Guerasim... -dijo Iván Ilich con voz débil.
El criado se sobresaltó, temeroso sin duda de haber hecho algo mal, y volvió hacia el enfermo su cara fresca, bonachona, sencilla y joven, en la que empezaba a despuntar la barba.
- Mándeme.
- Me figuro que esto te resultará desagradable. Perdona, pero yo no puedo...
-¡No faltaba más! -Y Guerasim le miró con unos ojos brillantes y unos dientes blancos y jóvenes-. ¿Por qué no iba a hacerlo? Usted está enfermo.
Hizo lo que solía hacer, con manos fuertes y diestras, se retiró y a los cinco minutos volvió a entrar, pisando tan ligeramente como se había marchado. Iván Ilich continuaba sentado en el sillón.
- Guerasim -dijo cuando éste hubo dejado en su sitio el bacín limpio y fregado-: levántame un poco. Yo solo no puedo, y he mandado fuera a Dimitri.
Guerasim se acercó y, con la misma ligereza con la que caminaba, levantó ágil y suavemente a Iván Ilich, le sostuvo con una mano, subió el pantalón con la otra y quiso sentarle de nuevo, pero Iván Ilich le pidió que lo llevara al diván. Guerasim obedeció y, sin el menor esfuerzo, como si no pesara nada, le llevó casi en vilo hasta el diván y le ayudó a acomodarse.
- Gracias. Con qué destreza, qué bien... lo haces todo.
Guerasim sonrió de nuevo y se iba a retirar, pero Iván Ilich se encontraba tan a gusto con él, que no quería dejarle marchar.
- Mira, acércame esa silla, por favor. No; esa otra, pónmela debajo de los pies. Siento alivio cuando tengo los pies en alto.
Guerasim trajo la silla, sin dar ningún golpe, la colocó debajo y levantó las piernas de Iván Ilich hasta dejarlas como el enfermo quería. A Iván Ilich le pareció que sentía alivio mientras Guerasim le ponía los pies en alto.
- Me siento mejor cuando tengo los pies en alto -dijo-. Ponme aquel cojín debajo.
Guerasim hizo lo que le ordenaban. Volvió a levantarle los pies para ponerle debajo del cojín. Iván Ilich volvió a sentirse mejor mientras Guerasim le sostenía los pies. Cuando los apoyó, le pareció que estaba peor.
- Guerasim -preguntó-, ¿tienes algo que hacer?
- Nada, señor -contestó Guerasim, que entre la gente de la ciudad había aprendido a hablar a los señores.
- ¿Qué te queda por hacer?
- ¿Por hacer? Lo tengo todo hecho. Sólo me falta partir leña para mañana.
- Entonces, sosténme los pies en alto, ¿puedes?
- ¿Cómo no? Claro que sí. -Guerasim le levantó más los pies, y a Iván Ilich le pareció que en aquella postura no sentía el dolor en absoluto.
- Y la leña, ¿qué?
- No se preocupe usted. Ya la partiré."

Fragmento de La muerte de Iván Ilich, de León Tolstoi.

domingo, 18 de marzo de 2012

L El arte de vivir

"Un viaje de ida es la vida.
Un viaje de regreso es la muerte.
Secuaces de la vida hay tres entre diez.
Secuaces de la muerte hay tres entre diez.
Hombres que por anhelo de la vida mueven la palanca de la muerte,
también de estos, hay tres entre diez. 
¿Porqué lo hacen?
Porque quieren vivir intensamente la vida.
Siempre he oído decir,
que quien conoce el arte de vivir 
se va por el desierto
sin evitar rinocerontes y tigres.
Pasa en medio de los ejércitos
sin coraza ni espada.
El rinoceronte no tiene espacio 
para clavar su cuerno
ni el tigre donde hundir sus garras.
Las armas no tienen filo para penetrar.
¿Por que razón?
Porque no existe en él, lugar mortal."

Fragemento del Tao Te King, de Lao Tse.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Llanto

Llanto, aflora como el sol del domingo
que nos baña entre risas
entre rondas entre abrazos
y el canto de las aves en bandada

Llanto, no me des tregua alguna
derrámate, como el agua que no bebo
destrúyeme para rehacerme
de una vez y para siempre entero

Llanto, rómpeme los huesos todos
primero intenso luego manso
rómpeme el alma toda
ahógame, quiébrame la voz

Llanto, refúndame
como refunda el canto de las aves en bandada
córtame el pescuezo
desintégrame en tu boca seca

Llanto, desátame de mí
de mi sueño dulce fuerte grave
recupérame de ti en tus brazos
en tus lágrimas desechas

Llanto, sécame los  ojos
acúname como a un niño maltrecho
dame amparo en tus heridas
en la sal de mis mejillas

Llanto, ya ven y no me dejes
que hoy te necesito
para que seas remedio cura
de mi alma contristada.

jueves, 16 de febrero de 2012

Intervalo doloroso



"Todo me cansa, hasta lo que no me cansa. Mi alegría es tan dolorosa como mi dolor.
Quien me diera ser un niño poniendo barcos de papel en un estanque de la quinta, con un dosel rústico de redes de parral poniendo ajedreces de luz y sombra verde en los reflejos sombríos de la poca agua.
Entre yo y la vida hay un vidrio tenue. Por más nítidamente que yo vea y comprenda la vida, yo no la puedo tocar.
¿Razonar mi tristeza? ¿Para qué si el raciocinio es un esfuerzo? y quien está triste no puede esforzarse.
Ni incluso abdico de aquellos gestos banales de la vida de los que yo tanto querría abdicar. Abdicar es un esfuerzo, y yo no poseo el alma con que esforzarme.
¡Cuántas veces me aflige no ser el accionador de aquel coche, el conductor de aquel tren! ¡cualquier banal Otro supuesto cuya vida, por no ser mía, deliciosamente me penetra para que yo la quiera y se me finge ajena!
Yo no tendría el horror a la vida como a una Cosa. La noción de la vida como un Todo no me aplastaría  los hombros del pensamiento.
Mis sueños son un refugio estúpido, como un paraguas contra un rayo.
Soy tan inerte, tan pobrecito, tan falto de gestos y de actos.
Por más que por mí me interne, todos los atajos de mi sueño van a dar a claridades de angustia.
Incluso yo, el que sueña tanto, tengo intervalos en que el sueño me huye. Entonces las cosas me aparecen nítidas. Se desvanece la neblina en la que me cerco. Y todas las aristas visibles hieren la carne de mi alma. Todas las durezas miradas me duele saberlas durezas. Todos los pesos visibles de objetos me pesan por dentro del alma.
La (mi) vida es como si me golpeasen con ella."

Fernando Pessoa.

lunes, 13 de febrero de 2012

Zenón

"Mirad bien -continuó Zenón-. Más allá de aquel pueblo, hay otros pueblos; más allá de aquella abadía, otras abadías; más allá de esta fortaleza, otras fortalezas. Y en cada uno de esos castillos de ideas, de esas chozas de opiniones superpuestas a las chozas de madera y a los castillos de piedra, la vida aprisiona a los locos y abre un boquete para que escapen los sabios. Más allá de los Alpes está Italia. Más allá de los Pirineos, España. Por un lado, el país de La Mirandola; por el otro, el de Avicena. Y más lejos, el mar, y más allá del mar, en las otras orillas de la inmensidad, Arabia, Norea, La India, las dos Américas. Y por doquier los valles en donde se recogen las plantas medicinales, las rocas en donde se esconden los metales, que simbolizan cada momento de la Gran Obra, los grimorios depositados entre los dientes de los muertos, los dioses que ofrecen sus promesas, las multitudes en que cada hombre se cree el centro del universo. ¿Quién puede ser tan insensato como para morir sin haber dado, por lo menos, una vuelta a su cárcel? Ya lo veis, hermano Henri, soy en verdad un peregrino. El camino es largo, pero yo soy joven.
- El mundo es grande -dijo Henri-Maximilien.
- El mundo es grande -aprobó gravemente Zenón.- Quiera Aquél que acaso Es, dilatar el corazón humano a la medida de toda la vida."

Fragmento de Opus Nigrum, de  Marguerite Yourcenar.

jueves, 2 de febrero de 2012

Rusia

Sorprendidos por una borrasca, de Nikolai Sverchkov. 

"El problema de la libertad individual frente al grupo es la base de la literatura rusa contemporánea." Ana Ozores, prólogo a La muerte de Iván Ilich.

"Toda la especulación filosófica de los rusos alrededor de este problema y el peligro del relativismo moral, el fantasma de la anarquía, el caos, ocupan a los intelectuales rusos. Las decisivas cuestiones europeas del extrañamiento del individuo frente a la sociedad, de la soledad y el aislamiento del hombre moderno las formulan los rusos como el problema de la libertad. En ninguna parte se ha vivido este problema con mayor profundidad, intensidad y conmoción que en Rusia, y nadie ha sentido de forma más atormentada la responsabilidad ligada a su solución como Tolstoi y Dostoievski." Arnold Hauser, Historia social de la literatura y del arte.

sábado, 28 de enero de 2012

Verano

que me hieres con tus flores
con tus soles redondos
y fuertes
encandilándome
                        adormeciéndome

que me recuerdas otros tiempos
otras nubes
rostros, paisajes
que se hienden mar adentro

que te deshaces en mis manos
que te derrites
y me retiras el saludo
que me quitas

que cavas tu tristeza honda
poco a poco, como un túnel
como un pozo
que no puede ser llenado.

miércoles, 18 de enero de 2012

Cotidianeidad



"Y he aquí que ahora, yendo y viniendo por la sala del hospital, se acordaba de la forma que tenían de morir aquellos viejos, en su rincón, allá, a orillas del Korma, tanto los rusos como los tártaros o los udmurtes. Sin fanfarronadas, sin aspavientos, sin jactarse de que no morían, todos ellos aceptaban la muerte apaciblemente. No sólo no demoraban el momento de las cuentas, sino que se preparaban para él suavemente y con antelación, decían a quién iría a parar la burra, a quién el pollino, a quién la blusa, a quién las botas, y se apagaban con una especie de alivio, como si simplemente debieran cambiar de isba."

Fragmento de Pabellón de cáncer, de Aleksandr Solzhenitsyn.

sábado, 7 de enero de 2012

Conjugaciones


1 (álbum)

Cómo quisiera fotografiar
minucia por minucia
pedazos de futuro
y colocar las instantáneas
en un álbum
para poder hojearlo
lenta morosamente
en un manso remanso
del pasado

2 (claves)

Algunas claves
del futuro
no están en el presente
ni en el pasado

están
extrañamente
en el futuro

3 (variantes)

La muerte es sólo una
de las varias variantes
del futuro
quizá la más primaria

acerca de las otras
espléndidas variantes
no han concluido aún
las investigaciones

4 (complemento)

Para entender mejor
cuán reaccionario
era jorge manrique
hay que desarrollar
el complemento de su tesis
o sea
todo tiempo futuro
será peor

5 (después)

El futuro no es
una página en blanco

es una fe
de erratas

6 (ausencia)

En la última
asamblea
del futuro
faltaré sin aviso

7 (rigores)

En las fronteras
del futuro
hay un control estricto

sólo son admitidos
los sobrevivientes

8 (previsión)

De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias
que descongelarán
el futuro

9 (plurales)

Hay
ayeres
y mañanas
pero no hay
hoyes

Poema incluido en Viento del exilio, de Mario Benedetti.