domingo, 31 de agosto de 2014

Barro

«Esto ya es penumbra. Resta ser un hombre, antes como ahora; estar entero como lo uno en lo otro. Él está allí y es todo lo que cuenta. Está desecho en la luz huida del verano, como entonces, en el silencio de los barrios cuando falta pura voz. ¿No lo oyes cantar, hermano? Claro que lo oyes, como lo has oído siempre pero recuerda que no debes llorar. La noche es silencio, silencio puro que te abraza y deberás hacerte uno con ella: imitándola, hermano. (...) no lo intentes con palabras, por favor. Inténtalo con tu cuerpo, luego, tras los días: las palabras envidian el aguacero que las lleva. Detente en tu centro y respira, camina la ribera que enjuga los pasados, hay ahí el verdor que grita su voz calma y sencillez. Cierra los ojos y ve: todo es una gran tristeza que se acerca y debe ser superada. El dolor no tiene explicación, se cierne sobre nosotros y no hay nada extraordinario que debamos hacer, vivir es todo y más en sí mismo...»

sábado, 16 de agosto de 2014

Madrugada

"Fija la vista en una hornalla sucia; siente la frescura de sus mejillas recién afeitadas, el pliegue de sus ojos amanecidos que cede lentamente. Al silbar la pava, extingue el fuego y ensaya una última frugalidad de movimientos silenciosos, que evita el despertar de su familia. «Calculadora, cuaderno, birome…» Conoce el resto: la yerba recién humedecida, la espuma y el humo, la suave amargura en ayunas. Diez minutos bastan: apura un último mate y sale sosteniendo el paso en diestro sigilo.
Fuera el cielo ostenta orgulloso su noche sembrada de estrellas. El frío aprieta: Héctor levanta fugaces los ojos, se guarda una luna menguada en el abrigo y reconoce la plenitud de su cuerpo descansado, la expectativa al nacer de todo día. El porvenir de la mañana nunca le ha pesado, y éste que se aproxima ya desnuda el aire, condensa las horas, le despabila el rostro."