viernes, 13 de septiembre de 2013

Un ascenso al Maelström


Al romper la ola, asoma su cabeza, traída del cabello por las manos del viento. Nadie sabe que ha venido y él no puede pensar. Sólo llora y aúlla, forcejeando con la suma levedad del aire. Olvidó si es un hombre; también el inverso remolino, cuyo vórtice no es otro que el mundo. Aquí lo molerán los días, lo gastarán los deseos. Aquí sospechará que es nadie y en tanto ha de ganar su vida. Y cuando busque en la niebla su pasado, apenas le dirán que ya ha nacido.

Daniel Gayoso, del libro Magos y animales.

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