jueves, 21 de julio de 2011

Dios

"El hombre es espíritu. ¿Pero qué es el espíritu? Es el yo. Pero entonces, ¿qué es el yo? El yo es una relación que se refiere a sí misma o, dicho de otro modo, es en la relación, la orientación interna de esa relación; el yo no es la relación, sino el retorno a sí misma de la relación.
El hombre es una síntesis de infinito y finito, de temporal y eterno, de libertad y necesitad, en resumen, una síntesis. Una síntesis es la relación de dos términos.
(...)
Una relación semejante, que se refiere a sí misma, un yo, no puede haber sido planteada más que por sí misma o por otra.
(...)
De aquí surge que haya dos formas de verdadera desesperación. Si nuestro yo se hubiese planteado él mismo, no existiría más que una: no querer ser uno mismo, querer desembararzarse de su yo, y no se trataría de esta otra: la voluntad desesperada de ser uno mismo.Lo que en efecto traduce esta fórmula es la dependencia del conjunto de la relación, la incapacidad del yo de alcanzar por sus solas fuerzas el equilibrio y el reposo: no puede hacerlo en su relación consigo mismo más que refiriéndose a lo que ha planteado el conjunto de la relación. (...) Si ese desesperado quiere con todas sus fuerzas, por sí mismo, y sólo por sí mismo, suprimir la desesperación, dice que no sale de ella y que todo su esfuerzo ilusorio le hunde aún más en ella. (...)
He aquí, pues, la fórmula que describe el estado del yo, cuando la desesperación es enteramente extirpada de él: orientándose hacia sí mismo, queriendo ser él mismo, el yo se sumerge, a través de su propia transparencia, en el poder que le ha planteado."

Fragmento del  Tratado de la desesperación, de Sören Kierkegaard.

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