sábado, 29 de mayo de 2010

La lucha de clases


"El cañón truena, los miembros vuelan. Se oyen el gemido de las víctimas y el rugido de los sacrificadores. Es la humanidad que lucha por su felicidad."

Baudelaire, sobre la Revolución de 1848.

lunes, 17 de mayo de 2010

Crecer


"Uno habla con vos y es como si al mismo tiempo estuviera solo, y a lo mejor es por eso que uno habla con vos como yo ahora. Pero entonces estaban los otros, y jugábamos a tomarnos en serio. Sabés, lo terrible de ese momento de la juventud es que en una hora oscura y sin nombre todo deja de ser serio para ceder a la sucia máscara de seriedad que hay que ponerse en la cara, y yo ahora soy el doctor fulano, y vos el ingeniero mengano, bruscamente nos hemos quedado atrás, empezamos a vernos de otro modo, aunque por un tiempo persistamos en los rituales, en los juegos comunes, en las cenas de camaradería que tiran sus últimos salvavidas en medio de la dispersión y el abandono, y todo es tan horriblemente natural, Mauricio, y a algunos les duele más que a otros, los hay como vos que van pasando por sus edades sin sentirlo, que encuentran normal un álbum donde uno se ve con pantalones cortos, con un sombrero de paja o el uniforme de conscripto...En fin, hablábamos de un sueño que tuve en ese tiempo, y era un sueño que empezaba aquí en la veranda, conmigo mirando la luna llena sobre los cañaverales, oyendo las ranas que ladraban como no ladran ni siquiera los perros, y después siguiendo un vago sendero hasta llegar al río, andado despacio por la orilla con la sensación de estar descalzo y que los pies se me hundían en el barro."

Fragmento de Relato con un fondo de agua, de Julio Cortázar.

lunes, 10 de mayo de 2010

Una poesía más al viento

El séptimo vaso

Y tras el séptimo vaso
una calma suprema
triste pero valiente
de aceptar lo dado
del ser parte de
algo
irreversible
como un atardecer
con sus colores mansos y suaves
como un arrullo dulce en el seno;

cansado.

Fernando Vega.

martes, 4 de mayo de 2010

Infinito (Leopoldo Marechal, II)


"Adán Buenosayres no perdió aquel intercambio de una mirada por una sonrisa. Hubiera querido permanecer ajeno a la inútil discusión y entregarse a la melancolía de su pensamiento, sobre todo en aquella hora en que le tocaba medir un nuevo desengaño de amor. Observó, empero, que Lucio Negri lo miraba, como invitándolo a intervenir en el debate: "No desentonar", se advirtió a sí mismo.
- Hay en Villa Crespo -refirió desganadamente- una vieja italiana que yo he bautizado con el nombre de Cloto. La encuentro a veces, en la Iglesia de San Bernardo, arrodillada frente al altar mayor; y al verla me pregunto si Cloto no sabe más que todas las filosofías juntas.