miércoles, 31 de agosto de 2016

Los ríos

Me apoyo en este árbol mutilado
abandonado en esta hondonada
que tiene la languidez
de un circo
antes o después del espectáculo
y miro
el pasaje quieto
de las nubes sobre la luna

Esta mañana me he tendido
en una urna de agua
y como una reliquia
he reposado

El Isonzo fluyendo
me pulía
como a una de sus piedras

He alzado
mis cuatro huesos
y me fui
como un acróbata
sobre el agua

Me he arrodillado
junto a mis ropas
sucias de guerra
y como un beduino
me he inclinado a recibir
el sol

Este es el Isonzo
donde mejor
me he reconocido
una dócil fibra
del universo

Mi suplicio
es cuando
no me creo
en armonía

jueves, 18 de agosto de 2016

Piel Cobriza II

«Ha heredado la fuerza salvaje de su madre, esa capacidad de sobreponerse y continuar ante todo, incluso ante la misma muerte. Porque él estuvo dos veces muerto, o casi, usted debe saberlo.
La primera en las yungas, cuando supieron ir de caza con el Adalberto a las tierras del norte. Buscaban tapires. Dicen que por la dificultad del paso falló el rifle, que fue el primo quien lo sacó de lo oscuro. De lo oscuro donde se había metido y nos contó que estuvo. Sí, fue el Adalberto quien lo salvó con sus primeros auxilios. Le hizo un torniquete en la pierna, lo hombreó dos kilómetros hasta el primer rancho para que algún baquiano les prestara ayuda… La segunda en el mercado, ahicito nomás cruzando la frontera, cuando casi se me desangra por la herida ésa que le hicieron los Juárez en el estómago. Sí, aquella fue una herida grande, como una boca espesa y como podrida por dentro.»