sábado, 30 de mayo de 2015

Ahora: resentimos del tiempo
sopesamos nuestra pequeña mesa
con tambaleantes algodones
que descaran

este presente
es el agua entre tus manos
la complacencia de servir
el misterio empotrado

el acudir solícito las horas
una a una sin herir
ni olvidar siquiera
la presencia de un llamado.

*

Sea quizá esta indiferencia un síntoma de la gracia
los finos reflejos en el estanque
el partir de una gaviota un ardid sin mañana

Sobre el lienzo de mi pecho terrones polvorientos
y una tibia miseria de al prójimo herir
con leves desbordes de alegría

El erial que habito cada mañana suscita caros vicios
destrona todo cuerpo este inconsistente partir
que no perdona
                          ni puede ser perdonado.

sábado, 9 de mayo de 2015

Rastros

«Se esfuerza por ver, ahora, luego ya no, cierra los ojos, se deja invitar a ese mundo de corolas redondeadas y tallos espigados, a ese dibujo de brotes aromáticos que surgen de la tela como un vapor invisible. Lentamente: desliza sus manos en la tersura del algodón, acepta esa tierra clara y limpia zambulléndose, muy lentamente en la suavidad de los gladiolos, a través del tacto de sus antebrazos, sus brazos, adentrando el jardín con el pecho y las axilas, con su vientre. Se mantiene extasiado en el roce suave del tejido con su cuerpo, fresco contra sus muslos; le sorprende la lisura de los pétalos en sus pantorrillas, en el dorso de sus pies, en sus plantas; se sumerge en un mar de olores viejos, repartidos, recreados, este instante sólo para él, uno a uno: el sabor dulce de las amapolas, de la calma dormida entre su flor simple y amarilla; un aroma perfumado a limpio, inexplicable, suntuoso; el misterio de un olor femíneo, reminiscente, mezclado con la dejadez de la madera, de hortensias recién regadas y tierra fresca.»