Ahora: resentimos del tiempo
sopesamos nuestra pequeña mesa
con tambaleantes algodones
que descaran
este presente
es el agua entre tus manos
la complacencia de servir
el misterio empotrado
el acudir solícito las horas
una a una sin herir
ni olvidar siquiera
la presencia de un llamado.
*
Sea quizá esta indiferencia un síntoma de la gracia
los finos reflejos en el estanque
el partir de una gaviota un ardid sin mañana
Sobre el lienzo de mi pecho terrones polvorientos
y una tibia miseria de al prójimo herir
con leves desbordes de alegría
El erial que habito cada mañana suscita caros vicios
destrona todo cuerpo este inconsistente partir
que no perdona
ni puede ser perdonado.
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