"Desconozco. Desconozco todo cuanto
hay allí fuera, en esa oscuridad que me supera, que no puedo enfrentar.
Desconozco quién es él, sus movimientos entre las ramas, sus pasos silvestres resquebrando
la hojarasca. Dueño de la noche, dueño de este valle. Dueño de mí mismo, ahora que
me hallo aquí, sumido en mi propia arena, con el cuchillo apenas en mi mano
rojiza de tanto empuñar.
Oigo el río y mi propia respiración como una compañía. Eso es todo lo que
tengo, y ahora siento que es lo único que siempre he tenido. Vuelvo a pensar en
el otro, y entonces sólo deseo escapar por el valle bajo la luz de la luna,
camino a dónde en plena madrugada, no lo sé, no lo entiendo más allá de mi
imaginación que sueña un pueblo inesperado, encontrado al pie de la montaña, loco
e infinito tras el surco que dejan mis piernas en los pastizales.
Estoy solo, solo como no he estado nunca jamás, y sé perfectamente que
nadie oiría mis gritos en este lugar remoto. Me observo a mí mismo perdido en el
miedo, y sólo hallo al niño que temía dormirse al pie de la ventana, sin valor
para apagar la luz. Sólo hallo el miedo amargo, tan tempranamente descubierto,
de cerrar los ojos y enfrentar la noche, extrañando siempre el día."
Fernando Vega.