sábado, 29 de junio de 2013

Valles

"Desconozco. Desconozco todo cuanto hay allí fuera, en esa oscuridad que me supera, que no puedo enfrentar. Desconozco quién es él, sus movimientos entre las ramas, sus pasos silvestres resquebrando la hojarasca. Dueño de la noche, dueño de este valle. Dueño de mí mismo, ahora que me hallo aquí, sumido en mi propia arena, con el cuchillo apenas en mi mano rojiza de tanto empuñar.
Oigo el río y mi propia respiración como una compañía. Eso es todo lo que tengo, y ahora siento que es lo único que siempre he tenido. Vuelvo a pensar en el otro, y entonces sólo deseo escapar por el valle bajo la luz de la luna, camino a dónde en plena madrugada, no lo sé, no lo entiendo más allá de mi imaginación que sueña un pueblo inesperado, encontrado al pie de la montaña, loco e infinito tras el surco que dejan mis piernas en los pastizales.
Estoy solo, solo como no he estado nunca jamás, y sé perfectamente que nadie oiría mis gritos en este lugar remoto. Me observo a mí mismo perdido en el miedo, y sólo hallo al niño que temía dormirse al pie de la ventana, sin valor para apagar la luz. Sólo hallo el miedo amargo, tan tempranamente descubierto, de cerrar los ojos y enfrentar la noche, extrañando siempre el día." 

Fernando Vega.

lunes, 17 de junio de 2013

Espejismos



"En lo que concierne a las ideologías profanas, Guénon denuncia la idea de progreso que es pura y simplemente negada, salvo en el plano de la fuerza material: para él no hay un solo sector del pensamiento y de la actividad humanas donde no se manifieste una verdadera regresión. Muestra Guénon cómo esta idea de progreso rige, a la manera de una verdadera sugestión, todas nuestras reacciones y todos nuestros juicios, como si bastara venir después de una época para serle superior. Se enfrenta también a la superstición de la ciencia, que no es, dice él, más que un 'saber ignorante'. No es que los resultados de la ciencia sean contestados en lo que tienen de cierto (en matemáticas la competencia de Guénon era indiscutible), pero lo son en su pretensión de constituir la única forma de saber auténtico. Pues la ciencia a menudo se convierte en un ídolo que hace reinar un verdadero terrorismo cultural. (...) Combate igualmente lo que llama la ilusión de la vida cotidiana que es, en efecto, uno de los obstáculos más poderosos para la recepción de la doctrina tradicional y su aplicación. Esta ilusión, que se podría llamar también la de la 'vida corriente', ilusión que todo tiende a reforzar en la sociedad actual, desde la sobrevaloración del trabajo hasta el culto al ocio y la televisión, consiste en creer que la existencia humana es un dominio cerrado, neutro y autónomo, donde no tenemos otra cosa que hacer que producir, consumir, gozar, evitar los males, mientras que la religión constituiría un dominio exterior que se tiene perfecto derecho a ignorar."

Espiritualidad de los movimientos esotéricos modernos, Antoine Faivre/Jacob Needleman.

miércoles, 12 de junio de 2013

Solamente las noches



escribiendo
he pedido, he perdido.

en esta noche, en este mundo,
abrazada a vos,
alegría de naufragio.

he querido sacrificar mis días y mis semanas
en las ceremonias del poema.

he implorado tanto
desde el fondo de los fondos
de mi escritura.

Coger y morir no tienen adjetivos.

Alejandra Pizarnik.

viernes, 7 de junio de 2013

Planes



"Comprendí que debía alejarme un tiempo, pero a la vez era algo inevitable acercarme, buscar señales como un náufrago en el cielo. Una y otra vez la llamaba o caminaba por Belgrano en su furtiva búsqueda, subía desde Irigoyen pasando por Ortiz de Rosas, Mariano Moreno, Entre Ríos. Caminaba a la hora del crepúsculo de sur a norte, disimulando pesadamente en cada esquina, soplando en el hueco de mis manos entrelazadas para calentarme del primer fresco nocturno. Cedía lánguidamente a mis arrebatos, aún cuando supiera perfectamente que lo mejor era otra cosa: un decantar del tiempo, una espera paciente. ¿Una espera, sí, pero una espera de qué? Me era tan difícil obviarla, comenzar cualquier cosa por más insignificante que fuera sin caer en mis frágiles evocaciones… En ese círculo vicioso, sin embargo, hallaba también una virtud. Puesto que de la reflexión había obtenido un fruto: el contacto que perduraba aún entre ambos, ya alejados de la rutina escolar. Esos encuentros esporádicos trabajados como una fina arquitectura.
Y así una semana, dos, largas horas en las que me costaba conciliar el sueño, sumergido en un libro o en el ajedrez, salpicando posiciones inánimes como una roca. Había descubierto la infinidad de pequeños sonidos nocturnos que se suceden mientras descansamos. Desgastado por mis circunloquios, padecía cada noche como una penitencia y cada amanecer como un justo castigo. Durante el día deambulaba ojeroso y redundante: preso de mi obsesión, vagabundo de mi cuarto, asaltante de mi cama. Y sin declinar nunca mi ronda crepuscular, renovaba la esperanza de interceptarla cada atardecer, camino a la parada del colectivo."

Fragmento de Un cielo inhóspito.