martes, 27 de enero de 2015

Piel cobriza

«La  madrugada  de  hoy  está  sin embargo tan lejos, que ya no sabe qué tiempo se ha abierto en esa  medianía,  qué  hueco  en  su  vida  desde  entonces, voluntario y aún así… desde cuándo la mañana tan cercana es un  murmullo  irrecuperable  como  el  de  esta  selva:  anónimo, exuberante,  que  él  atraviesa  como  por  una  brecha  abierta entre  crepúsculos.  Sí,  como  una  herida  él  siente  que  debe habitar este intervalo, este hilo pisado como un puente frágil que  lo  separa  del  pasado.  Sí,  camina  hacia  las  serranías  del norte,  “las  cruzaré  y  luego”…  Luego  aquél  sol  amanecido  de oriente  regresará  a  sus pensamientos,  se  extenderá  otra  vez sobre  su  franja  agreste  de  tierra:  la  casa,  la  familia,  el mercado, la rutina. El día anunciado por los animales, conocido mil  veces,  heredado,  sacudido  por  el  murmullo  de  los despertares  en  los  gallineros  y  las  conejeras,  los  relinchos... Habrá tanto que lavar, que curar, deberá el río protegerlo en la hora peligrosa  para  que  sepa  qué hacer,  qué  mirar,  “ahora  y siempre”…  Quizá  se  haya  extinguido  el  sabor  amargo  en  su lengua  entonces.»

viernes, 23 de enero de 2015

Verano



«-Debemos volver -le dice.
-Enseguida. ¿Has leído el libro de Eugene Marais sobre el año que pasó observando a un grupo de babuinos? Dice que por la noche, cuando los monos dejaban de merodear y contemplaban la puesta de sol, detectaba en los ojos de los babuinos mayores los aguijonazos de la melancolía, el nacimiento de la conciencia incipiente de su mortalidad.
-¿Es en eso en lo que te hace pensar la puesta de sol?
-No, pero no puedo evitar que me recuerde la primera conversación que tuvimos tú y yo, la primera conversación significativa. Debíamos de tener seis años. No recuerdo las palabras exactas, pero sé que te estaba abriendo mi corazón, te lo contaba todo acerca de mí, todos mis anhelos y esperanzas. Y mientras tanto pensaba: "¡De modo que esto es lo que significa estar enamorado!". Porque, permíteme que te lo confiese, estaba enamorado de ti. Y desde aquel día, estar enamorado de una mujer ha significado para mí ser libre de decir todo lo que siento.
-Todo lo que sientes... ¿Qué tiene que ver eso con Eugene Marais?
-Sencillamente que comprendo en qué estaba pensando el viejo babuino macho mientras contemplaba la puesta de sol, el jefe del grupo, aquel del que Marais se sentía más próximo. "Nunca más -pensaba-. Una sola vida y entonces nunca más. Nunca, nunca, nunca. Eso es lo que también me hace el Karoo. Me llena de melancolía. Me inutiliza para la vida.
Ella aún no entiende qué tienen que ver los babuinos con el Karoo de su infancia, pero no va a admitirlo.
-Este lugar me desgarra el corazón -prosigue él-. Me lo desgarraba de niño, y desde entonces nunca he estado bien.»


J. M. Coetzee, Verano (Escenas de una vida de provincias III)