sábado, 30 de junio de 2012

Último viaje



"Sé que en la tarde de un día cualquiera el sol me dirá su último adiós, con su mano ya violeta, desde el recodo de occidente. Como siempre, habré musitado una canción, habré mirado una muchacha, habré visto el cielo con nubes a través del árbol que asoma a mi ventana...
Los pastores tocarán sus flautas a la sombra de las higueras, los corderos triscarán en la verde ladera que cae suavemente hacia el río; el humo subirá sobre la casa de mi vecino...
Y no sabré que es por última vez...
Pero te ruego, Señor: ¿podría saber, antes de abandonarla, por qué esta tierra me tuvo entre sus brazos? Y, ¿qué me quiso decir la noche con sus estrellas? Y mi corazón, ¿qué me quiso decir mi corazón?
Antes de partir quiero demorarme un momento, con el pie en el estribo, para acabar la melodía que vine a cantar. ¡Quiero que la lámpara esté encendida para ver tu rostro, Señor! Y quiero un ramo de flores para llevártelo, Señor, sencillamente."

Rabindranath Tagore.

viernes, 22 de junio de 2012

Dualidad II





Himno a la Belleza

¿Vienes del hondo cielo o del abismo sales,
Belleza? Tu mirar, infernal y divino,
vierte confusamente beneficios y crímenes,
por lo que se te puede comparar con el vino.

Tus dos ojos contienen el poniente y la aurora;
esparces más perfumes que ocaso tormentoso.
Tus besos son un filtro y tu boca es una ánfora
que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.

¿Sales del negro abismo o bajas de los astros?
Como un perro, el Destino sigue ciego tu falda...
Al Azar vas sembrando la dicha y los desastres,
y todo lo gobiernas sin responder de nada.

¡Caminas sobre muertos y te burlas, Belleza!
El Horror, de tus broches no es el menos precioso;
y el Crimen, que se cuenta entre tus caros dijes,
danza amorosamente en tu vientre orgulloso.

Deslumbrado, el insecto vuela hacia ti, candela.
Crepita, estalla y dice: "¡Bendigamos la antorcha!"
El amante, jadeando sobre su bella amada,
parece un moribundo que acaricia su fosa.

¿Qué importa así del cielo vengas o del infierno,
Belleza, monstruo enorme, ingenuo y atrevido,
si tu mirar, tu pie, tu faz me abren la puerta
de un infinito que amo y nunca he conocido?

De Satán o de Dios, ¿qué importa? Ángel, Sirena,
¿qué importa si me vuelves -hada de ojos sedantes,
ritmo, perfume, luz, ¡oh, tú, mi única reina!-
menos odioso el mundo, más cortos los instantes?

Charles Baudelaire.

domingo, 10 de junio de 2012

Une saison en enfer



"La sangre pagana renace. El Espíritu está cerca, ¿por qué no me ayuda Cristo dando a mi alma nobleza y libertad? ¡Ay, el Evangelio ha fenecido! ¡El Evangelio ha fenecido! El Evangelio.
Yo espero a Dios con gula. Soy de raza inferior para toda la eternidad.
Heme aquí en la playa armoricana. Ya pueden iluminarse de noche las ciudades. Mi jornada ha concluido; dejo la Europa. El aire marino quemará mis pulmones; me tostarán los climas remotos. Nadar, aplastar la hierba, cazar, fumar sobre todo; beber licores fuertes como metal fundido -como hacían esos caros antepasados en torno de las hogueras.
Regresaré con miembros de hierro, la piel oscura, los ojos furiosos: de acuerdo a mi máscara, me juzgarán de raza fuerte. Tendré oro: seré ocioso y brutal. Las mujeres cuidan a esos inválidos feroces que retornan de las tierras calientes. Me inmiscuiré en los asuntos políticos. Salvado.
Ahora estoy maldito, tengo horror de la patria. Lo mejor es un sueño bien ebrio, en la playa.

*

No hay tal partida. Retomemos los caminos de aquí, cargado con mi vicio el vicio que ha hundido sus raíces de sufrimiento en mi flanco desde la edad de la razón, que sube al cielo, me golpea, me derriba, me arrastra. "

"¡Y ha de ser porque cultivamos la bruma! Devoramos la fiebre con nuestras legumbres acuosas. ¡Y la borrachera! ¡Y el tabaco! ¡Y la ignorancia! ¡Y las abnegaciones! ¡Todo esto está a cien leguas de la sabiduría de Oriente, la patria primitiva! ¡Para qué un mundo moderno, si se han de inventar semejantes venenos! (...)
Espíritu mío, ten cuidado. Nada de medios violentos de salvación. ¡Ejercítate! ¡Ah, la ciencia no va suficientemente a prisa para nosotros!
Pero me doy cuenta de que mi espíritu duerme.
¡Si estuviera bien despierto a partir de este momento, pronto llegaríamos a la verdad, que nos rodea acaso con sus llorosos ángeles!... Si hubiera estado despierto hasta este momento, sería por no haber cedido ya a los instintos deletéreos,  en una época inmemorial... ¡Si siempre hubiera estado bien despierto, yo bogaría en plena sabiduría!...
¡Oh pureza! ¡Pureza!
Este minuto de vigilia me ha concedido la visión de la pureza. ¡Por el espíritu se va a Dios!
¡Lacerante infortunio!"

Jean Arthur Rimbaud, Una temporada en el infierno.