lunes, 23 de mayo de 2011

Esperas



"Me puse a fumar mientras aguardaba la partida, dándole una última mirada a Buenos Aires, a sus rascacielos y a sus villas; sintiendo todavía la amargura subterránea de no haber correspondido a sus palabras, de no haber dicho algo más que silencios salpicados con monosílabos. Miré el paisaje estático de unas casillas cercanas: parecían al alcance de la mano: frágiles, humildes y orgullosas. Detrás, los edificios se alzaban aparentando tocar el cielo, proyectando sus sombras indiferentes sobre los juguetes desperdigados en los patios; repletos de ventanas oscuras para no ser vistos, para no ver.
Y mientras esperaba, mirando también las vías perderse a lo lejos bajo la claridad de la tarde, me sorprendía descubriendo cómo cambia todo: de un momento a otro alguien llama pronunciando las frases justas y algo se desploma, enseguida estamos armando el bolso, creyendo que el otro piensa tal cosa, influidos por una impresión o una imagen que no terminamos de comprender. Y así vamos por la vida, adivinando reacciones, intuyéndonos, quizá por un recuerdo erróneo o tergiversado, detenidos junto a trenes en la espera. Haciendo lo que podemos, complejos, sumidos en estados de ánimo que se vencen y se derrotan alternativamente.
Qué habría pensado el Ruso si me hubiera visto ahí, embarcado en ese viaje que hubiese sido justo explicarle, al menos más claramente, sin esas frases indirectas y sin embargo tan obvias. Sí, él me entendía de todos modos, acostumbrado a mis palabras vagas y a mis silencios, a nuestras interminables y espiraladas sesiones de mate. Y es que compartir para nosotros siempre fue poner la pava y estar, aunque yo no pudiera ir más allá del laberinto de mis sueños, ni seguir sus consejos hechos para seres distintos, más íntegros, más valientes."

Fragmento de Un cielo inhóspito.

1 comentario:

  1. "PELDAÑOS (ESENCIA DE LA MÚSICA)
    Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad, así también florecen sucesivos los peldaños de la vida, a su tiempo flora toda sabiduría, toda virtud, mas no le es dado durar eternamente.
    Es menester que el corazón a cada llamado esté pronto al adios y a comenzar de nuevo, esté dispuesto a darse, animoso y sin duelos, a nuevas y distintas ataduras.
    Pues todo comienzo tiene un encanto singular y cada comienzo esconde un hechizo que nos protege y nos ayuda a vivir.
    Debemos ir serenos y alegres por la tierra, atravezar espacio tras espacio sin aferrarnos a ninguno como a una patria.
    El espíritu universal no quiere encadenarnos, quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos, peldaño tras peldaño.
    Apenas hemos ganado intimidad en una morada y en un ambiente, ya todo empieza a languidecer, solo quien está pronto a partir y peregrinar podrá eludir la parálisis de la costumbre.
    Aún la hora de la muerte acaso nos coloque frente a nuevos espacios que debamos andar.
    Las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros..."

    Hermann Hesse (Fragmento de: "El juego de los abalorios")

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