martes, 31 de julio de 2012

Sabores


"Pero así eran las cosas, para qué negarlo. Todo aquello tenía un aire definitivo, un mensaje que proyectaba la inminencia de la definición ansiada. Había que leer tus palabras, lo bien que iba todo allá, cada vez mejor. Tanto así que no sabías hasta cuándo se extendería tu estancia, y entonces se dibujaba una última advertencia en cada frase tuya, como la antesala de un olvido, y creía entrever en cada una de tus palabras un anuncio, la ruptura entre dos islas que ya no sabrán más la una de la otra, salvo el rumor imperceptible del océano que intercede. Y luego qué, esa sal que la brisa depositara en mi boca se haría cada vez más inalcanzable, y yo me aferraría cada vez más a ella, como al deseo de una voz vuelto sabor."

Fragmento de Un cielo inhóspito.

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