sábado, 16 de agosto de 2014

Madrugada

"Fija la vista en una hornalla sucia; siente la frescura de sus mejillas recién afeitadas, el pliegue de sus ojos amanecidos que cede lentamente. Al silbar la pava, extingue el fuego y ensaya una última frugalidad de movimientos silenciosos, que evita el despertar de su familia. «Calculadora, cuaderno, birome…» Conoce el resto: la yerba recién humedecida, la espuma y el humo, la suave amargura en ayunas. Diez minutos bastan: apura un último mate y sale sosteniendo el paso en diestro sigilo.
Fuera el cielo ostenta orgulloso su noche sembrada de estrellas. El frío aprieta: Héctor levanta fugaces los ojos, se guarda una luna menguada en el abrigo y reconoce la plenitud de su cuerpo descansado, la expectativa al nacer de todo día. El porvenir de la mañana nunca le ha pesado, y éste que se aproxima ya desnuda el aire, condensa las horas, le despabila el rostro."

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