"Poco después vino María. Me volví para verla llegar. Estaba completamente viscosa con el agua salada, y sujetaba los cabellos hacia atrás. Se sentó lado a lado conmigo y los dos calores de su cuerpo y del sol me adormecieron un poco.
María me sacudió y me dijo que Masson había regresado a la casa. Teníamos que almorzar. Me levanté enseguida porque tenía hambre, pero María me dijo que no la había besado desde la mañana. Era cierto y sin embargo habría querido hacerlo. 'Ven al agua', me dijo. Corrimos para lanzarnos sobre las primeras olas. Dimos algunas brazadas y ella se pegó contra mí. Sentí sus piernas en torno de las mías y la deseé."
Fragmento de El Extranjero, de Albert Camus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario