jueves, 18 de agosto de 2011

Lluvia





Piedra negra sobre piedra blanca

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...


Idilio muerto

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de sus faldas de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje
y al fin dirá temblando: "Qué frío hay... Jesús!"
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

Poemas de César Vallejo.




1 comentario:

  1. La vida cotidiana es un instante
    de otro instante que es la vida total del hombre
    pero a su vez cuántos instantes no ha de tener
    ese instante del instante mayor

    Cada hoja verde se mueve en el sol
    como si perdurar fuese su inefable destino
    cada gorrión avanza a saltos no previstos
    como burlándose del tiempo y del espacio
    cada hombre se abraza a alguna mujer
    como si así aferrara la eternidad

    en realidad todas estas pertinancias
    son modestos exorcismos contra la muerte
    batallas perdidas con ritmo de victoria
    reos obstinados que se niegan
    a notificarse de su injusta condena
    vivientes que se hacen los distraídos

    la vida cotidiana también es una suma de instantes
    algo así como partículas de polvo
    que seguirán cayendo en un abismo
    y sin embargo cada instante
    o sea cada partícula de polvo
    es también un copioso universo
    con crepúsculos y catedrales y campos de cultivo
    y multitudes y cópulas y desembarcos
    y borrachos y mártires y colinas

    y vale la pena cualquier sacrificio
    para que ese abrir y cerrar de ojos
    abarque por fin el instante universo
    con una mirada que no se avergüence
    de su reveladora
    efímera
    insustituible
    luz.

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