domingo, 6 de mayo de 2012

Oquedades


Que la poesía me salve

Le pido a la poesía
un último favor
que se apiade de mí
que sea mi Dios mi guía

que de la confusión me rescate
y sin pedir más que manos
más que ojos
me desate me desnude

y abrazándome me entienda
y arrullándome me abrace…

Y así, suavemente
me quite las espinas
los abrojos de mis brazos
las marañas de mi voz

que se ahoga y no grita
que aunque quiere, no dice
y en silencio sólo pide
que la poesía me salve.

Hoy

Hoy me resigno al mundo
y resignándome lo rechazo
y rechazándolo lo ignoro
me es indiferente

Hoy podrían pegarme hasta el cansancio
que no lloraría
y si llorase no sería dolor
sería pena de no sentirlo

sería mi cuerpo el que llore
y no yo mismo
ni mi alma ni mis lágrimas
ni mi voz la que solloze

hoy podría morir
y no sería yo quien muriese
ni sería yo
quien se apenase de mi muerte

hoy podría romper en llanto
y luego desternillarme de risa
y ni lo uno ni lo otro
sería ni risa ni llanto

hoy me da todo lo mismo
quizá porque esté muriendo
o quizá porque esté triste
o quizás esté feliz.




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