viernes, 31 de marzo de 2017

El trueno entre las hojas



«No aseguró el caballo en uno de los horcones del boliche donde ya había otros, sino en un chircal tupido que estaba en frente. Las peripecias de la huida le obligaban a ser en todo momento cauteloso.
El malacara parecía barcino en la luna. Se internó entre las chircas hasta donde lo pudiera dejar bien oculto. La fatiga quizá la desesperanza, fundía al jinete y a la cabalgadura en un mismo tranco soñoliento. Sólo la instintiva necesidad de un sigilo distinguía al hombre de la bestia.»

El ojo de la muerte, Augusto Roa Bastos 

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