Te mordiste los tiernos labios hasta herirlos,
Luego fluyó la sangre;
Tú lo has querido, ya lo sé,
Porque mi boca se cerró una vez.
Has dejado que tu rubio cabello perdiera el color
Bajo el sol y la lluvia;
Tú lo has querido, porque mi mano
Estuvo encima de él acariciándolo.
Estás junto al hogar, entre las llamas y el humo,
Para que tus finas manos se agrieten;
Tú lo has querido, ya lo sé,
Porque mis ojos pendieron de ellas.
Theodor Storm.
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